Friday, January 20, 2006

¿Libre?

Lo último que quiero ser es un ex fumador. Al menos, de aquí a un mes, o así. Con eso me refiero a que no quiero ser de esos tipos cuya vida gira en torno al hecho de que NO fuman, como antes giraba en torno al cigarrito.

No, no; qué horror, el antinicotinevangelista. Lo aborrezco.

Sólo quiero volver a lo que fui. Nadie nace fumando. Nadie ES fumador. Se fuma, se está enganchado; pero no se es fumador como se es hombre o español o incluso zurdo.

Ni siquiera quiero pensar: "No volveré a fumar"; sino: "No NECESITO fumar".

Quiero ser libre.

Si voy a seguir mucho más con este mono, si voy a seguir pensando TODO EL RATO que NO estoy fumando... Pues renuncio.

Wednesday, January 18, 2006

¿Cuánto falta?

Cuando se sufre una situación desagradable -un dolor, una pérdida, una incomodidad, un picor, una ansiedad- lo más estúpido que se puede hacer es mirarla a la cara y preguntarle cuánto le queda. Esperar, cronómetro en mano, a que termine. Se hace eterno.

Este puto bicho no acaba de morirse, y patalea horriblemente en la agonía.

Tuesday, January 17, 2006

Sentido y sensibilidad

Se supone que debería estar de un humor de perros. No lo estoy, casi al contrario. Es cierto que puedo estallar; en ese sentido, estoy irritable como el cristal es frágil: puede romperse al menor golpe, pero no lo golpees y te durará eternamente.

Estoy hipersensible, reactivo. Para lo bueno y para lo malo; para la ira o la euforia. Y lleno de energía. Es como si (bueno, sin "como si") la nicotina -o cualquiera de las tropecientas sustancias que la acompañan- me robara la vida y la fuerza, y ahora me volviera casi de golpe.

Nada, que no se dan cuenta...

Ayer comí con dos fumadores y esta mañana he venido al trabajo con uno. No se han dado cuenta de nada. Y eso que, en el no tan largo trayecto, mi fumador-chófer se ha fumado tres pitillos.

Monday, January 16, 2006

Tercer día

Una cosa puedo decir: mi yo fumador no se metería a escribir un blog a las 8 de la mañana, salvo fuerza mayor.

Amanece el tercer día.

Se acabó aquí

Acaba mi primera jornada laboral sin tabaco. Me fumaría España.

Lo mejor -¿lo único bueno?- es la sensación de LOGRO de cada minuto que paso sin fumar. Pero, qué tensión agotadora; como los próximos diez días sean todos como éste, RENUNCIO. Venga ese cigarrito.

Nada es todo

Es en vano que las brigadas antinicotínicas nos revelen que fumar es un placer vacío. ¡¡Pero si es lo mejor que tiene!! Al ser vacío, el fumador lo llena con lo qe desea o necesita. Así, tranquiliza después de una escena tensa (una entrevista de trabajo, una bronca conyugal), despierta cuando el trabajo se alarga hasta la madrugada, concentra cuando no llega la idea feliz, engaña el hambre, engaña las ganas de sexo, engaña la soledad y el aburrimiento. Al no ser nada, es sustituto de todo, sucedáneo de cualquier cosa.

Y, claro, es más fácil suplir lo que ha sido algo que lo que lo ha sido casi todo.

El no piti

En La importancia de llamarse Ernesto, la protagonista le pregunta al protagonista, ambos en una casa de campo, si no puede quedarse más tiempo. “Imposible, tengo que estar en Londres. Tengo una reunión muy importante a la que quiero faltar”.

Algo de eso me sucede. Necesito cada cierto tiempo levantarme a NO fumarme un cigarrito. Tengo que ponerme de pie, buscar a alguien que tenga tabaco, asegurarme de que me daría un cigarrito y volver a mi sitio sin pedírselo.

Arriba y abajo

¡Qué montaña rusa! En cuestión de MINUTOS, pasa de ser tan fácil que me pregunto por qué no lo hacen todos ya, a hacerse tan duro que me parece que toda resistencia es futil.

Lo que no puedo hacer es pasar, olvidarlo.

Qué sabe nadie

Salvo mi mujer, nadie sabe esto. Sé que todos los métodos lo desconsejan, que todos coinciden en que facilita el proceso anunciarlo urbi et orbi.

Seguramente, pero paso. Quiero DIVERTIRME con esto, ya que lo paso tan mal. Así, veré cuánto tardan en advertir que no fumo. Y, la verdad, si caigo, prefiero no hacer demasiado el ridículo. Está muy bien eso de quemar las naves para OBLIGARTE a hacerlo. Pero no funciona.

Comida

Como con dos fumadores empedernidos. Bueno y malo. Lo malo es que verbalizan sus ganas, que son las mías; que encienden el cigarro con una expresión de placer que me hace la boca agua...

Lo bueno es que ese mismo deseo me separa de ellos, me pone en una situación mejor: liberado. Bueno, no es cierto, claro, no estoy, ni mucho menos, liberado. Pero espero estarlo.

El bicho me usurpa

"¡¡A la mierda!! Voy a fumar". El 'bicho' sabe imitar mi voz a la perfección, y cada dos por tres en la última MEDIA HORA le he sorprendido diciendo cosas como ésta, tan parecidas a las mías, tan cercanas al centro de mi voluntad, que mis piernas se flexionan ya para levantarse e ir a pedir un cigarro.

Necesito con urgencia de un refuerzo positivo, no sé, sentirme mucho mejor, algo.

Muérete de una PUTA vez, bicho.

Lo que vuelve

¡Cuánto olor, cuánto sabor!

Me siento un perdiguero.

Item más: no paro de toser.

Habla el bicho

Mi 'bicho' (llamo 'bicho' a mis ganas; me lo imagino como un híbrido de cucaracha, gusano y salamanquesa) me dice ahora: "¡Genial, tío, lo has hecho genial! Ahora el cigarrito SÍ que nos va a saber bien... Ya has aguantado BASTANTE".

Bastardo. Muérete ya.

Droga vacía

No soy un fundamentalista de la supervivencia o la salud. No veo problema en consumir una substancia que te dé placer, o te enseñe; te ayude a pensar o a soñar, a estar tranquilo o a estar activo. No me lo pensaría dos veces: fumaría AHORA aunque esté prohibido, aunque me cueste una pasta, aunque me acorte la vida y arruine la salud, si me aportara ALGO. Pero lo único que me aporta es el alivio del mono que la propia nicotina me provoca. Y no.

No deseo más que...

Es patético. Pensé que este blog podría tener cierto interés al convertirse en testigo diario de un proceso de desintoxicación, que podría pormenorizar las vueltas y revueltas, los periodos de euforia y decaimiento de este camino. Pero no podía pensar que me resultaría imposible escribir con un mínimo de lucidez.

Cuando estuve, hace ya años, en una de esas sesiones para dejar de fumar, la idea es que, si te apetecía hacer algo con un cigarrito, hicieras ese mismo 'algo' sin el cigarrito, en la seguridad de que la experiencia nicotínica no te aportaba NADA y te quitaba parte de la actividad en cuestión.

Pero, ¿qué decir cuando LO ÚNICO que te apetece es FUMAR, sin más? No hablar y fumar; no leer y fumar; no escribir y fumar. SÓLO fumar.

¿Que es una experiencia vacía? ¿¿¿¿Y???? No se puede hablar de falsos placeres. Si algo te apetece y lo haces, el placer es auténtico aunque la actividad en cuestión sea estúpida. Placer es lo que uno siente como placer, y perdonen ustedes la tautología. Si algo te pica horriblemente, rascarse es un placer. De este tipo es el placer de fumar, por cierto. Y está, además, el delicioso mareo del primer cigarro después de un largo periodo de abstinencia...

Hambre

Me siento francamente mal, capaz de morder. Oh, es cierto, no DUELE físicamente. Es un malestar que no puede detectarse en un único punto en forma de dolor identificable.

Pero no piensas en otras cosa, no quieres hacer otra cosa. Lo único que te mantiene es la seguridad de que esta situación no puede durar y es parte de la cura. Si, en una semana, estoy así, VUELVO SEGURO. Pero no es probable, ¿no?

Por qué lo he dejado

Lo he dejado, sobre todo, por una razón: porque ODIO estar enganchado. Quiero ser libre, especialmente libre de algo tan estúpido. Casi todo lo que hago lo considero incompleto sin el cigarro: pensar, escribir, leer, follar, comer, estar con amigos... Odio pensar que, si me dan elegir en un momento concreto entre sexo sin tabaco o tabaco sin sexo, me incline siempre y sin vacilar por lo segundo. Qué digo. Cualquier fumador lo sabe: si te queda dinero sólo para un bocata O para una cajetilla, ¿quién se queda sin fumar? Esto es bastante patético.

También ayuda:

. Que te encuentras de pena. Es un veneno, toses a todas horas, no tienes fuelle para nada, la piel gris...

. Hueles y no hueles. Quiero decir, despides un olor asqueroso y careces casi de olfato y gusto. Todo te huele: el aliento, el pelo, la ropa...

. Mi mujer lo odia.

Por qué no lo he dejado

Hace cosa de 48 horas de mi último pitillo (colillas, para ser exacto), y me encuentro de pena. Pero será mejor que intente poner algo de orden en todo esto.

Primero, ¿por qué lo he dejado? Contaré antes por qué NO lo he dejado.

1. No lo he dejado por la ley antitabaco. Al contrario: la ley en cuestión es uno de mis principales incentivos para seguir fumando. Desobedecer leyes, no ya injustas, sino meramente idiotas e intervencionistas me parece un deber moral.

2. No lo he dejado porque 'me voy a morir como siga así'. Me voy a morir también si lo dejo, y quizá más engañado. Odio dejar un cadáver sanísimo. Y odio llegar a esas edades míticas meándome encima y confundiendo a mi hijo con mi padre, y esas cosas. Quiero vivir, no durar.